lunes, 25 de marzo de 2013

Resolución de conflictos

¿Cómo educamos a nuestros hijos? ¿Cómo les enseñamos a resolver problemas? ¿Nos inclinamos hacia una resolución autoritaria y violenta o hacia un estilo más dialogante y comprensivo? La manera en que afrontamos nuestros problemas van a ser el ejemplo directo del que nuestros hijos destilarán los conocimientos para resolver los suyos. Esto es algo que debemos hablar y meditar con ellos, porque un profundo conocimiento de la inteligencia emocional con que dominen sus frustraciones determinará qué tipo de persona podrán llegar a ser.

Hoy me he quedado pasmada cuando, yendo por la calle, he oido accidentalmente la conversación de una madre con su hijo de unos siete años:

- En la escuela eres tú el que tiene que sacarte las castañas del fuego. Si viene un niño y te pega, pégale tú también, no esperes que sea yo quien vaya a resolver tu problema.

¿Qué conclusiones se derivan de esta afirmación? ¿Es un razonamiento correcto o incorrecto?

En primer lugar, cabe destacar que la madre ha querido ayudar a su hijo a ser más autónomo, a tomar la iniciativa con sus conflictos y no ser dependiente de los adultos. Esto puede ser una buena enseñanza que aplicar, pero nunca de forma brusca: debemos darle grados de autonomía a nuestros hijos de forma paulatina, no podemos proponer las soluciones un día, y al siguiente dejarlo perdido ante sus decisiones, es decir, hay que ser consecuente con nuestro propio comportamiento. Y lo más importante respecto a la autonomía: no empujarles a ser autónomo si sólo es para quitarnos carga de encima, esto sería un pensamiento tremendamente egoísta por parte del adulto y sin tener en cuenta las necesidades del niño.

A parte del sentimiento de desamparo que ésto puede provocar en el niño, puede añadirse una incertidumbre mayor, y más propia de la edad, a este sentimiento. Los niños de estas edades no tienen conocimiento ético de lo que está bien o mal, por norma general, por eso necesitan siempre un adulto que medie entre sus pensamientos y sus acciones.

Además, la frase que más me ha herido de la madre es "pégale tú también" ¿estamos enseñando a nuestros hijos a vencer la violencia con más violencia? ¿a hacer prevalecer la ley del más fuerte? Hace mucho tiempo que el mundo civilizado dejó a un lado estas prácticas, y en el caso de que no sea así, lo único que se ha conseguido es que éstas sean fuente inagotable de conflictos bélicos.

Por último, cuando les instamos a resolver los conflictos por la vía rápida y sin mediar palabra, sin recurrir a una entidad superior pacificadora - en este caso el maestro - les estamos enseñando a saltarse el último recurso para la diplomacia. Así, les estamos demostrando que también en su vida adulta, cuando consideren amenazados sus intereses, es legítimo que comiencen una campaña de venganza directa hacia quien les perjudicó. Desde este punto de vista, no me parecen tan inverosímiles los casos de maltrato filio-parental o la sociopatía. Este último tema es algo que podemos ver florecer especialmente en Estados Unidos, donde se hizo explícita la necesidad de "defender la propiedad" y el acceso a las armas, de modo que cuando alguien ve vulnerados sus principios no dudan en armarse hasta los dientes para conseguir lo que -consideran que- es suyo -por derecho-.

Instemos a nuestros hijos a resolver por la violencia sus problemas y tendremos a sociópatas que creerán que siempre tienen la razón porque su hedonismo así se lo dicta...

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