viernes, 22 de febrero de 2013

Lactancia materna

¿Es la lactancia materna tan beneficiosa para nuestro hijo? ¿Qué diferencias hay entre la leche materna y la leche de fórmula? ¿En qué se pueden beneficiar los niños que son amamantados? ¿Tendrán un mejor desarrollo físico? ¿Cómo afectará a su desarrollo cognitivo?

La lactancia materna consiste en el amamantamiento del recién nacido. Muchas madres, pueden inclinarse por recurrir a la leche de fórmula que se comercializa en las farmacias debido a su fácil acceso y a la independencia que ésta otorga, pero esta leche no reporta tantos beneficios para el neonato como la leche de su propia madre.
Antes del nacimiento, el bebé es capaz de saborear y deglutir el líquido amniótico. En él no se encuentra tan sólo el sabor de los alimentos que la madre toma, sino que además establece una huella sensitiva en el gusto y el olfato del feto que le hará reconocer a su madre nada más nacer. La leche materna puede suponer una prolongación de este estado: le aporta al niño todo un mundo de sabores, de modo que le ayudará a adaptarse a la dieta de su casa con más facilidad, y hará que establezca un vínculo más poderoso con la madre.

Pero los beneficios de la lactancia no terminan aquí: además, es un alimento que se adapta a los diferentes momentos del día y a la situación evolutiva del niño. Cambiará el aporte de proteínas y grasas en función del momento en el que se encuentre.
La Organización Mundial de la Salud recomienda prolongar la lactancia materna hasta los dos años de vida, pero este es un acuerdo entre madre e hijo que deberán decidir entre ambos.

Centenares de artículos han sido publicados en los últimos años en el ámbito médico y psicológico. Algunos autores descubrieron que la leche materna era mejor que las leches de fórmula (ya fueran de vaca o de soja), ya que promovía un mayor desarrollo intelectual. Otros, destacaron el hecho de que los niños que tomaban pecho eran más inteligentes y tenían un mayor control y capacidades físicas a lo largo de la infancia y juventud. Y además, los niños que lactaban de forma exclusiva (es decir, que su alimentación no estaba complementada con ninguna otra leche) consiguieron desarrollar una mayor resistencia ante enfermedades gastrointestinales.

La lactancia materna es uno de los recursos que tenemos a nuestro alcance para hacer que nuestro hijo crezca sano tanto física como mentalmente, un momento íntimo en el que además de alimentarlo, le abrimos la puerta a un mar de sensaciones y sentimientos que poco a poco aprenderán a manejar con más eficiencia.

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